Desde la antigüedad, los hombres y mujeres se han preocupado, en mayor o menor medida, de cuidar su cuerpo, su aspecto y su salud en el sentido más amplio. Y el cuidado de los dientes y la salud bucodental no ha sido una excepción. En el siglo II, por ejemplo, los médicos griegos aconsejaban limpiar la caries con una lima y enjuagarse la boca con sangre de tortuga, además de usar compuestos elaborados con productos naturales como harina, sal, jugo de calabaza y vinagre caliente. También se usaba piedra pómez e, incluso, orina por las propiedades desinfectantes del amoníaco.
Pero incluso antes de los griegos, en la prehistoria, se practicaban empastes dentales con cera de abeja para curar infecciones que, en muchos casos, podían ser mortales. De esto hace ya más de 6.000 años y, a día de hoy, la odontología ha evolucionado mucho y por suerte existen muchos otros productos y tratamientos para cuidar la salud bucodental que, seguramente, son más eficaces y agradables.
En el siglo XXI, lo más importante es tener una dentadura sana y, en la medida de lo posible, estéticamente bonita. Una correcta higiene bucal es el primer paso para conseguirlo. La evolución del cepillo de dientes y de todos los productos que complementan la higiene bucodental diaria es una gran ayuda para poder llevarlo a cabo. Además, una revisión periódica y una higiene dental realizada por un profesional son fundamentales para poder tener una buena salud bucodental. Una vez se confirma el buen estado de la dentadura, es cuando podemos empezar a pensar en cómo mejorar su aspecto y conseguir una sonrisa con todas sus piezas bien colocadas y con un color blanco bonito y natural.