Ana Matencio Garcés, Odontopediatra en Clínica dental Zendrera

El uso del chupete y del biberón, corriente y generalizado entre los pequeños, no debe prolongarse más de la cuenta. Son hábitos, que pueden provocar una mala oclusión o maloclusión en un futuro no muy lejano. Si este hábito se abandona antes de los tres años de edad, los efectos sobre la dentición pueden no ser nocivos y en cualquier caso, casi siempre, reversibles.

Usar el biberón más allá de los 3 años, aunque sea únicamente el de la noche, pueden ocasionar además de maloclusión, caries de primera infancia, también conocida como “caries de biberón”. Es recomendable por tanto evitarlo y acudir rápidamente al/la odontopediatra para tratar adecuadamente estos dientes y evitar males mayores.

Hay quien acostumbra a impregnar el chupete con sustancias dulces para conseguir conciliar el sueño del bebé. Este es un hábito nocivo que puede traer las mismas consecuencias que en el caso del biberón.

Por otra parte, utilizar más allá de los tres años el chupete,  el biberón o ambos, también puede ocasionar alteraciones en la forma de la cavidad bucal de los más pequeños.

Debemos valorar el tipo de tetinas. Deben adaptarse a la cavidad del bebe (deben ser anatómicas), tener un tamaño adecuado a la edad, el escudo del chupete debe ser cóncavo y no hacer más grande  el orificio, en el caso de los biberones. Esto reducirá los efectos adversos.

Si el hábito se ha prolongado más allá del tiempo recomendado podemos encontrarnos con mordida abierta anterior y con resalte aumentado, situaciones que requieren tratamiento adecuado.

En primer lugar deberá eliminarse  el causante de las mismas, chupete, biberón o ambas. En segundo lugar se deberá valorar si existe algún otro elemento propio del paciente (lengua, la respiración, amígdalas, deglución) que ayudan a que esta maloclusión empeore y, en su caso, se pondrá remedio gracias al trabajo logopédico. Después, de ser necesario, se corregirá la posición de hueso y diente con aparatos removibles o fijos.

Con atención y el seguimiento apropiado, se pueden evitar o simplificar problemas futuros. La visita regular al odontopediatra es para los padres una ayuda inestimable porque en las revisiones periódicas, además de detectar a tiempo las situaciones que pueden degenerar en problemas, se facilita a niños y adolescentes las pautas  para adquirir los hábitos saludables.