Los implantes dentales son estructuras biocompatibles que se implantan en el hueso del maxilar mediante un proceso llamado osteointegración. La finalidad de los implantes es la de reemplazar las piezas dentales deterioradas o que se han perdido. Con los implantes se consigue reemplazar la pieza en cuanto a estética y funcionalidad, sin que resulten alteradas las piezas dentales colindantes.
Los implantes dentales por si mismos no causan rechazo, tan solo el proceso de osteointegración puede llegar a fracasar. En cualquier caso, el proceso de osteointegración sólo fracasa en raras ocasiones.
El éxito de los implantes dentales depende de la integración biológica del hueso a la superficie del titanio, el material del implante dental. El tejido blando de la encía puede llegar a provocar una encapsulación con el implante, provocando de esta forma el fracaso de la osteointegración. En la actualidad el éxito de los implantes ronda el 99% de los casos.
La rehabilitación de los pacientes por implantes dentales no solo depende de factores biológicos sino también depende de la técnica y la habilidad práctica del especialista que practica la intervención. El principal objetivo es lograr una excelente osteointegración que garantice el éxito del implante dental, que a su vez reemplazará a la pieza dental perdida o deteriorada.